Llovía...
El ruido ensordecedor
se enquistaba en sus tímpanos.
Llovía...
En el horizonte perdía la mirada.
Gotas de agua brotaban de sus ojos
humedecidos cual manantial desbordado.
Llovía...
Su intensidad no cesaba.
Su alma desconsolada competía,
en la áspera atmósfera gris
que se avecinaba.
Llovía...
Mustia y silenciosa se encontraba,
entre la espesa bruma de la tarde
demacrado su rostro reflejaba
un dolor profundo que el viento abanicaba.
Llovía...
Y el horizonte continuaba
como fiel testigo de la tarde
y de la silenciosa mujer
que aún lloraba...