sábado, 21 de noviembre de 2015

Doce y quince

“A las cinco de la tarde” se había convertido en mi obsesión.
A pesar que lo trataba de memorizar

mi desprecio en aquel momento por la letras
parecía como capullo ardiente
que  quemaba las  neuronas que aún existían en el ocaso de ese día…
Es que el olor a muerte que preconizaba, no  me dejaba concentrar.
Las terribles cinco de la tarde,
a las once de la noche
aún me atormentaba….
La piel se me erizaba cada vez que repetía
que un ataúd con ruedas era la cama
a las cinco de la tarde…
A las doce y quince de la madrugada,
mi ser se estremeció
por ruidos ensordecedores y por  un frío profundo,
producto de A las Cinco de la Tarde.
Mi alma…
asustada se encontraba,
porque la muerte había puesto huevos en la herida…
El ruido aumentaba y mi casa temblaba,
luego, comprendía lo que pasaba.
Asesinos disfrazados
de liberadores llegaron
quemaron muchas casas
y al pueblo masacraron.
Probaron nuevas armas,
a ambulancias le dispararon
no respetaron pactos
y en fosas los  enterraron…
Un niño traía la blanca sábana
para cubrir el cuerpo de su mamá
los hijos de putas gringos  no se lo permitieron
porque fue cerca del Cuartel Central.
Ya no eran las cinco de la tarde
y el olor a muerte se sentía
en todo el vasto país
y el  saqueo promovían.
Conmemoramos los 22 años        (los años que se celebren)
de la Masacre a Panamá
aquí sí pasó algo y exigimos
que esta fecha no se borre
de nuestra memoria popular.

Amantes

Podría decirte tantas cosas...

Podría escribirte mil y una más…

Sólo  quiero encontrar los versos

que te hagan atiesar.

Puedo decirte cuanto te extraño,

puedo decirte cuanto lo sentí

la daga en mi pecho la clavaste

y así puedo contarte como te perdí…

El don de macho empobrecido

te lo ganaste por tu vileza

en el pasado opacaste:  la estrella que eras.

Solo sé, que me haces falta...

que tu silencio es infinito y la distancia muy abarcadora

y un éxtasis hecho deseo, de dos cuerpos que el olvido: agobia…

Porque sienten mariposas y no saben controlar

liberas feromonas y pulula la ansiedad,

por no poder estar con fuerza y constancia

celebrando con aplausos lo que quieres realizar

a la sombra de un árbol, en la rivera del canal;

para seguir aprovechando la tenue luz q aún refleja

el ocaso húmedo que se pierde, entre lágrimas al viento

por las hojas caídas y marchitas, en la tarde que termina

y que guarda en su universo: un silencio sepulcral

porque no comprende, por qué el mismo se desvanecerá

por la infamia del pasado y la burla de un destino

que lleva un nombre errado de un placer que no termina

porque el mismo sobrepasa, lo que quieras pensar

la ventaja es que ellos, solitos, lo pueden imaginar…

A pesar de quien se oponga, nada podrán señalar

porque al borde del abismo todos podrán estar

a excepción de quienes se amen, aunque sea en silencio inmortal…

algún día, los amantes:   lo podrán expresar.

Tiempo 2

Zafio, ufano, torvo y tozudo
el tiempo se burla
ante las arrugas de la cara
de la moza que se mira
con matices en su cabellera
y el fulgor que aglutina,
el hado no marchita
la fortaleza hecha mujer
y el hálito que siente por la conquista…
La calima pesa con estupor
en las decisiones exquisitas: que toma,
a la espera estupefacta y ansiosa
de seguir consagrándose sin afán ni demora
al tiempo que sin darse cuenta, continúa…
Mujer con plausible entereza
poderoso es su espíritu
embelesa lo que toca
y lo hace con brío.

El Tiempo

El tiempo…
Cada instante en el olvido
bajo la sombra del atardecer
esperaba… hasta acongojada
con nostálgicas palpitaciones
que se reflejaban en el rostro de mujer.
El tiempo, su mayor disgusto…
Porque esperar la impacientaba,
buscaba insatisfecha y no tan calmada
los desaires de grandeza de aquel tiempo que no cesaba
porque el esperar cada instante… dentro de cuatro paredes
en la oscura habitación que se encontraba
observando cómo la suave brisa
se colaba por la ventana y cómo la misma movía sin querer las persianas
que con tanta espera… aún la desesperaba.
Desesperada…
Quería dar un grito y no razonaba
porque sentía miedo de tanta espera
y la llamada no se daba…
mientras el mundo seguía su rumbo y ella sola se encontraba.
La llamada no llegaba y el hastío la incomodaba
a una mujer bella que a pesar de las canas
era deseada por muchos hombres pero eso a ella no le gustaba
porque sólo abonaba el cariño de un incauto macho
que a pesar de sus estudios, era un villano
porque se aprovechaba: de una princesa enamorada
que a pesar del tiempo, seguía un lastre
por el camino que ella trazaba…,
por eso no entiendo su disgusto, ante tanto karma
si debiese estar feliz y poder empezar
una vida nueva y sin tanta complejidad.

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