miércoles, 3 de abril de 2019

Hastío de los partidos tradicionales

Hastío de los partidos tradicionales

Panamá, un país con una población de 3.6 millones de habitantes y una de las economías más estables de Latinoamérica, desarrolla actividades en el país pertenecientes al sector de los servicios (financieros, turísticos y logísticos), que promueven el 75% del PIB. En el país tenemos las tasas de crecimiento económico más alta de la región en 2017 (5.3%) y un ingreso per cápita de 13,519 dólares. El índice de pobreza extrema registrado fue de 14.2% y el de desarrollo humano de 0.788. Además, el país ocupa la posición número 60 entre los 188 países evaluados, siendo clasificado en un nivel de renta media alta. No obstante, nos enmarcan dentro de los país más desiguales del mundo y de la región, con niveles muy altos de corrupción que reflejan la institucionalización de la misma y en el cual los niveles de impunidad son alarmantes (IGI-2017: 63.23, en una escala de 0 a 100, en donde 100 es hacia la mayor impunidad). En cuanto al IPC (índice de percepción de la corrupción), para el 2017, obtuvimos puntaje de 37, ubicándonos como uno de los países más corruptos de América, ocupando una posición 96 del total de 180 países estudiados.
En el país, durante nuestra reciente vida en democracia, se han sucedido seis (6) gobiernos de diferentes corrientes y posiciones ideológicas que han administrado el Estado. Desde los conservadores nacionalistas y populistas de derecha (arnulfistas/panameñistas), pasando por la socialdemocracia y el centro izquierdismo (perredismo) y por un liberalismo progresista conservador de derecha (cambio democrático) que en campañas políticas vendieron propuestas al electorado panameño de sendos caminos de progreso y desarrollo.

Cada período con sus características propias, aciertos y desaciertos que nos han puesto en la mira de propios y de extraños,  políticas públicas, en ocasiones buenas en otras no, que nos han conducidos a formar parte de listas de diversos colores y en donde el nombre del país en vez de ser una marca que nos  promoviera en el turismo, por ejemplo, pasó a ser parte de la portada amarillista de muchos diarios a nivel global, debido a los escándalos que nos han sacudido.

Hablar hoy de luchar contra la corrupción y de elegir al mejor dentro de nuestro sentido y estándares de valores y de ética, lo han querido hacer ver y han vendido la idea, que los que están detrás de ello es la oligarquía, que no conocen las necesidades del pueblo y que los que mueven los hilos de los candidatos independientes pertenecen a logias masónicas. Otros nos atacan diciendo y sembrando dudas en la ciudadanía de quién o quiénes son o serían los donantes de campaña. Otros lo resumen señalando que detrás hay una mano peluda, fuerte y vigorosa que controla el establisment y que no permitirá que cambien el status quo. Otros valiéndose de la ceguera y de la falta de lucidez de unos cuantos, le inventas cuentos chinos, cantos de sirenas y falacias que ni siquiera mi hijo de 12 años, las cree. Me vuelve a llenar de asombro, ver la oferta electoral de aquellos partidos políticos tradicionales, que tuvieron su oportunidad de sacar al  país adelante, que no lo hicieron, que abusaron del poder democrático y representativo que les dio en su momento el electorado y que se han querido presentar como los grandes paladines de la justicia. No se trata de hablar  de Mesías ni de salvadores ni menos de magos con barita mágica o bola de cristal. Los políticos tradicionales a lo que le deben de temer, es al cansancio acumulado de muchos años, por la forma de hacer política y de cómo nos han querido gobernar.  Lo que este pueblo reclama en su despertar por el agotamiento de tanta mediocridad política y el hastío que sentimos hacia los partidos políticos es:

1. El derecho que tenemos a elegir a quién o quiénes nosotros consideremos es la mejor opción para enrumbar el camino del Estado y lograr el bienestar de sus asociados.
2. Elegir nuevas figuras políticas que se presentan como las alternativas más potables, con ideas innovadoras, con deseos de combatir la corrupción en todas sus formas, de acabar con el juega vivo, de poner un alto a las arbitrariedades y a los que se creen que el Estado es parte de su finca.
3. Enseñar a los demagogos tradicionales, que las cosas pueden cambiar y que la mayoría de la población quiere que se den cambios estructurales en la frágil institucionalidad que en los últimos años tenemos.
4. Decirles alto y claro que estamos cansados de la partidocracia tradicional que se ha sucedido el poder sembrando corrupción e impunidad.
5. Porque los ciudadanos decentes del país, criticamos y repudiamos que se lleguen a acuerdos postelectorales que lo único que los mismos han ocasionado es que se negocie el silencio y se oculten los escándalos.
6. Por una constitución originaria en donde quede realmente plasmado cero tolerancia contra la corrupción.
7. Porque no se tolere la cultura de la chequera o de las planillas (botellas) y que exista independencia entre los poderes del Estado.

Porque estamos a tiempo de corregir el camino y de enderezarlo, de cumplir con las metas a nivel local, nacional y global y por el respeto de nuestros derechos: a tener un mejor país en donde protejamos el ambiente y garanticemos calidad de vida para estas y las futuras generaciones, es la hora de votar por un nuevo camino, Panamá.


Venicia Chang
Ciudadana independiente

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