Sigo
a la Espera
Creyente del cambio de
actitud del ser humano -per se-, en que
seamos mucho más tolerantes, pacíficos,
sensibles, más receptivos, sinérgicos, que protejamos y valoremos nuestro
entorno, que ayudemos al prójimo, siendo más “humanos”; y menos déspotas y
egocentristas, es como vislumbro con mucho querer una sociedad. Tal vez para muchos –neoliberales, socialistas,
ultraderechistas; etc.; parezca un
discurso escueto, trillado y sin ningún enfoque, desde un punto de vista
ideológico-político. Es que importa poco este modelo o modelos, desarrollado por pocos y seguidos por muchos,
que en ocasiones nos han conducido a muchísimas sociedades al borde de la miseria
humana. De qué vale muchos preceptos
económicos, sociales y mucho menos político; si tenemos sociedades rancias y
podridas. De qué nos vale tener gran
crecimiento económico si aún hay personas que mueren de hambre o que no cuentan
con lo mínimo para una vida digna. De
qué vale que nos saquen de listas negras
si mi primo de Cambutal o el de Rascador o el de Canglón, etc. no les llega el
agua potable. Peor aún se sienten mis
primos, parientes, amigos y conocidos; cuando cuatros bellacos se burlan del
esfuerzo realizado por años.
Platicaba con unos
amigos de cómo nos encontramos
sumergidos en malos olores, basura y alimañas que proliferaron en la sociedad
del viejo y el nuevo milenio. La jaqueca causada en creer que con el nuevo
milenio el lumpen quedaría acorralado en las cloacas subterráneas o tal vez en
las catacumbas del olvido de los descerebrados; y de lo bello que podría llegar
a hacer, una sociedad ideal, pero no ese modelo idealista y trillado del pasado, sino un modelo de
vanguardia en donde logremos romper los
esquemas de lo que hasta la fecha se
viene suscitando. Pero sobre esto,
conversan muchos pero se hace muy poco.
Tal vez por el desinterés, otros por el miedo o quizás por proteger un
puesto laboral; o simplemente porque el panameño ha perdido el norte o
simplemente no sabe qué quiere y hacia dónde debemos dirigirnos.
Esa falta de norte dentro de
nuestra sociedad, ha servido para que personas inescrupulosas hayan llegado a
dirigir y/o gobernar las riendas de nuestro país, en donde la proliferación de
maleantes de cuello blanco se ha apoderado de la cosa pública. Lo que es peor, por años hemos dejado los destinos de
nuestras vidas en manos de partidos políticos tradicionales o no tradicionales,
que solo han pensado en cada momento político en la única y exclusiva manera de
llegar al poder y mantenerse a costa de lo que fuera o fuese necesario. No obstante, hasta estos colectivos se han
quedado cortos o se han retrasados en el surgimiento de verdaderos líderes y ni
hablar de verdaderos estadistas. La carencia
de ello, ha servido para que pocos se
aprovechen del desconocimiento y de la poca oferta de buenos prospectos ha dado
pie a que sean electos el mejor de los malos, sin importar la competencia,
capacidad y ni hablar de los valores, de la ética o de los patrones de
conductas que debemos tener como miembros de una sociedad. En otras palabras, hemos dejado
nuestro destino en manos de
inescrupulosos que lo que ha generado es zozobra, malestar y corrupción.
Llegué a la palabra odiada y
al mayor tabú de nuestros gobernantes –la corrupción--. Cuántos escándalos en los últimos años se han
dado. Cuántos escándalos han sacudido a
nuestra sociedad y pareciera que acá no sucede nada. Vemos a los corruptos como intocables, sin
embargo al que denuncia le abren
procesos, es cuestionado y aún peor, son sobreseídos. Más que en una sociedad del conocimiento,
nos encontramos en la sociedad de la corrupción, en un leseferismo (laissez
faire)
único que nos hace incluso retroceder bajo mi criterio al período monárquico en
donde el Estado soy yo y nadie más.
Este ha sido y es el mensaje que se envía, porque cuando se cometen
actos de corrupción de cualquier envergadura y no vemos investigación seria,
y nadie es responsable, que puede pensar
el común de los mortales. Si a esto le
sumamos el paternalismo que se desarrolla, repartiendo dádivas para captar
adherentes y/o votos en el futuro, estamos cimentando y alimentando más
sociedades en riesgo social. Los
proyectos sociales son buenos, bajo ninguna causa, razón o circunstancia los
pudiese cuestionar. Lo malo es la
manera como se desarrollan y cómo se canalizan los recursos. Lo que es mucho peor, la politiquería barata
que llevan a cabo y que juegan con las necesidades de los que menos tienen,
producto de un egoísmo vibrante en la repartición de partidas y/o dineros que
en los últimos tiempo han generado mucho más descontento y más corrupción.
Los que preconizan querer
ser candidatos a la presidencia y los que ya desde esta fecha se siente
president@ de esta nave, tienen grandes retos; pero sin temor a equivocarme no
tendrán los suficientes pantalones para cambiar el sistema y dar un giro de
360°. Esta sociedad está hambrienta por:
1.
ver a maleantes de cuello blanco tras las
rejas;
2.
por que cambie el sistema o la manera de
elegir a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia,
3.
por la forma de designar a los Fiscales y a
los Gobernadores,
4.
porque se respete la Carrera Judicial,
5.
porque haya una verdadera independencia en
los poderes del Estado,
6.
porque se abra causa criminal y reabran casos
que en ocasiones solo han servido de pan y circo para tapar escándalos de
corrupción mucho más graves;
7.
para que se escuche y se tome en cuenta a la
sociedad civil,
8.
para que nuestro país sea declarado PANAMÄ
VERDE en donde le pongamos fin a la minería metálica a cielo abierto,
9.
que no se vendan ni destruyan manglares,
10. por
arreciar las penas de quienes contaminen y dañen nuestro entorno,
11. para
que se respeten los bosques y los
parques nacionales;
12. para
que vuelvan a llamarnos Panamá la verde,
13. porque
realmente se gestionen y den modelos de desarrollo sostenible e integrales,
14. porque
se respete la cosmovisión de nuestras poblaciones autóctonas,
15. por
un verdadero desarrollo agropecuario, etc.
En campaña se han generado
una serie de promesas que al final del camino solo se han traducido en cantos
de sirenas. Sigo a la espera de una persona con principios, valores, ética,
con un gran sentido humano y natural; que surja de cualquier fila, ya sea
independiente o procedente de los partidos políticos; que tenga las agallas, el
compromiso por el país y el interés de generar un verdadero cambio estructural
en esta casa que es de todos y todas los panameñ@s.
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