viernes, 29 de noviembre de 2019

Corrupción y la necesidad de combatirla por Venicia Chang y José Ulises Lescure (Profesores Universitarios)

https://launiversidad.up.ac.pa/node/1428


Actos de corrupción han quedado evidenciados y documentados en la historia. Corrupción es un vocablo griego (corruptio) que para Robert Klitgaard la define mediante la fórmula: C= M + A –T, en donde (C) es Corrupción, (M) Monopolio, (A) Arbitrariedad y (T) Transparencia. Cuanto menor es la Transparencia, mayor es la Corrupción.

La falta de formación en valores; debilidades institucionales; desconocimiento legal; exceso de regulaciones para desarrollar actividades productivas; discrecionalidad en la aplicación de las normas, procedimientos o requisitos; impunidad de los actos de corrupción; bajos salarios de los funcionarios; programas insuficientes de estímulos y recompensas para el personal público; insuficiente participación ciudadana en actividades de control y evaluación de la gestión pública; falta de incentivos de capacitación, así como de promoción como resultado de programas de formación; soborno internacional; falta de transparencia en la gestión pública; son algunas de las causas que originan la corrupción.

Debido a los grandes problemas generados por el flagelo de la corrupción, se han establecido acciones de carácter global e interregional con el objeto de combatirla como han sido la Convención de las Naciones Unidas Contra la Corrupción (CNUCC), la Convención de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para Combatir el Cohecho de Servidores Públicos Extranjeros en Transacciones Comerciales Internacionales; la Recomendación Revisada del Consejo para la Represión del Cohecho y la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional. En el escenario regional, en América, la Convención Interamericana Contra la Corrupción (CICC). Tanto la CNUCC y la CICC identificaron y tipificaron conductas delictivas y dentro de la Administración Pública panameña se realizaron ajustes al Código Penal en el 2008. En materia de desarrollo, se promueve la Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030 con el propósito de fortalecer esfuerzos y así poder contar con instituciones fuertes que combatan el referido flagelo (ODS 16). Dentro de este orden de ideas, el Mecanismo de Seguimiento de Implementación de la CICC (MESICIC), como instrumento de carácter intergubernamental, establecido en el marco de la OEA, abordó en la última Reunión de las Américas, temas de Gobernabilidad democrática frente a la corrupción con el fin de fortalecer acciones en transparencia, acceso a la información, protección de denunciantes y derechos humanos, incluyendo la libertad de expresión; en el financiamiento de organizaciones políticas y campañas electorales; en prevención de la corrupción y compras públicas; en cooperación jurídica internacional, en combate al cohecho, soborno internacional, crimen organizado, lavado de activos y recuperación de activos y en el fortalecimiento de los mecanismos interamericanos anticorrupción.

La comunidad internacional sensibilizada y hastiada por el problema de la corrupción plantea 2 opciones para combatirla: una la lege ferenda (necesidad de contar con una nueva legislación sobre una materia) sobre la materia como lo hizo en junio pasado, Colombia que propuso crear en el seno de las NU una Corte Internacional en materia de delitos de corrupción con el objeto de gozar de una alternativa político criminal contra el referido flagelo y que goce y se rija por el principio de complementariedad y la segunda opción es que se logren superar los obstáculos de la Corte Penal Internacional y que se modifique el Estatuto de Roma para que la misma puede tener competencia. En esta última opción, manifestó la Global Organization of Parliamentarians Against Corruption (GOPAC) que hay que reconocer los delitos de gran corrupción como delitos de lesa humanidad y desarrollar mecanismos internacionales adicionales para aprender, judicializar, juzgar y sentenciar a quienes hayan cometido delitos de gran corrupción, dejando claro que la gran corrupción es inherentemente inhumana ya que causa grandes sufrimientos y serias lesiones comparables y de manera similar a los crímenes descritos en el artículo 7 del Estatuto de Roma.

En nuestro país con el inicio de la vida en democracia, se implementaron instituciones e instancias con la finalidad de combatir la corrupción y de una u otra manera con el propósito de cumplir en materia internacional los instrumentos de los cuales nos hicimos partes (Ley N°6 de 2002, el Código de Ética del Servidor Público, el Tribunal y Fiscalías de Cuentas, la Ley de Contrataciones Públicas, las Fiscalías Anticorrupción, etc.); sin embargo, la corrupción ha ido en aumento, identificándose un modelo de corrupción a gran escala y la misma parece estar institucionalizada en la cosa pública, por la cual a la vista de los ciudadanos se da un sistema de prebendas y de intereses particulares en beneficio de una minoría la cual es apadrinada y, en ocasiones, hasta estimulada por el propio Estado cuando vemos que quedan impunes muchos de los casos de corrupción. 

El tema de la corrupción es eminentemente cultural y la falta de educación en valores que reina en muchos hogares y en el sector educativo, tal vez como consecuencia de la desintegración familiar, la falta de tiempo, el compartir en familia y de la eliminación de materias básicas en la formación de una vida social con integridad. Muchos piensan que fue Odebrecht la que enraizó la corrupción en nuestros países. La empresa solo aprovechó lo que encontró en cada país: líderes políticos, empresarios y una sociedad corrupta. No hay una cultura de la legalidad. Cuando en un Estado no hay cultura de la legalidad, la gente cree que puede sobrepasar las reglas y que no le va a suceder nada.

Consideramos que es necesario redoblar esfuerzos en materia de educación y formación. Debemos trabajar en un modelo para combatir la corrupción en Panamá, en el cual se reafirmen compromisos para un verdadero pacto contra este flagelo, en donde la transparencia, la ética, los valores, la decencia, el respeto y la justicia, prevalezcan, que no se tolere la corrupción y que se luche contra la impunidad; para fortalecer así, la democracia. Una iniciativa que cree conciencia en las personas sobre la importancia de la denuncia ciudadana y que se promuevan en universidades públicas y privadas, cátedras de ética y valores, de participación ciudadana y de lucha contra la corrupción. La necesidad de trabajar en principios, valores y ética, con el objeto de crear una cultura de cero tolerancia contra la corrupción y de generar cambios trascendentales en los seres humanos; trabajar desde lo local y de esa manera fortalecer nuestras instituciones.

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