“Ricardo J. Alfaro: panameño distinguido, ciudadano universal, un gran diplomático, defensor de derechos humanos y un hombre fuera de su tiempo…”
Hablar de la figura de Don Ricardo J. Alfaro es
expresar lo grande de su pensamiento en el siglo XX y su trascendencia en el
actual siglo. Su legado nacional e internacionalmente hablando ha sido visible
y reconocido en diversas materias como Derecho Internacional, Derechos Humanos,
Derecho Penal Internacional, Derecho Civil, Diplomacia y Multilateralidad.
Un ciudadano distinguido nacional…
Un ciudadano universal…
Un gran diplomático y defensor de derechos…
Un hombre con frustraciones por ser y estar fuera
de su tiempo…
En el desarrollo historiográfico de nuestro
país, muchas figuras pueden ser estudiadas por sus haberes en la conformación
del Estado per se y de la cohesión de nuestra nación panameña. No obstante,
abordar a Ricardo J. Alfaro en su pensamiento resulta en un placer debido a los
legados nacional e internacionalmente hablando y que así han sido reconocidos.
Un ciudadano distinguido nacional…
Ricardo Joaquín Alfaro Jované un ciudadano
distinguido nacional con un pensamiento de avanzada, nutrido de la situación
histórica-político y social que le todo vivir a desde finales del siglo XIX e
inicios del XX. Cuando vio nacer a nuestra República -a la edad d e21 años
cuando alcanzaba su mayoría de edad- su pensamiento se tuvo que enfrentar entre
los grandes debates del recién creado Estado, las necesidades que teníamos como
un departamento olvidado de Colombia y los inicios de una relación desigual con
el Coloso del Norte (así llamaba a los EE.UU.), En palabras del insigne Rodrigo
Miró, Ricardo J. Alfaro se había convertido en el panameño que más sabía de
todo lo relacionado a las relaciones entre Panamá y EE.U. Aristas de ese
pensamiento se enmarcaban en poder buscar soluciones duraderas desde los
diversos cargos burocráticos que le tocó desempeñar, en especial buscando
siempre dar legitimidad al Estado panameño que en sus palabras ello se había
convertido en su camino de Damasco.
En su haber como ciudadano distinguido nacional
ocupó diversos cargos como Secretario de Gobierno y Justicia por 4 años, entre
1918-1922; Embajador de Panamá en Estados Unidos desde 1922-1930 y 1934-1939;
fue Presidente de la República en el período 1931-1932; se desempeñó como
negociador de los Tratados del Canal de Panamá y fue redactor de la
Constitución de 1946.
Un ciudadano universal…
Don Ricardo, el gran patriota, realizó grandes
aportes al sistema internacional, ya que logró plasmar importantes legados para
la humanidad, en materia de derechos humanos y derecho internacional público,
pilares básicos de la Carta constitutiva de las Naciones Unidas (ONU).
Como nuestro Delegado ante la Primera Asamblea
General de las Naciones Unidas (ONU), reunida en San Francisco en 1945,
solicitó que se creara una Convención que obligara a los Estados parte a
reconocer y respetar los derechos de sus ciudadanos. En palabras del Dr. Alfaro
decía que la “Conferencia de San Francisco” pasaría a la historia como el
primer congreso mundial en que se reconoce y establece definitivamente, por la
voluntad soberana de cincuenta naciones, el principio de que el individuo es
sujeto de derecho internacional” (Sesiones, Asamblea Nacional Constituyente, Panamá,
1945). El veía en la Carta un paso fundamental de la humanidad, porque se
reconocía en distintas secciones de su texto “la dignidad y el valor de la
persona humana, la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y el respeto a
los derechos y libertades fundamentales sin hacer distinción por motivos de
raza, sexo, idioma o religión” (Sesiones, Asamblea Nacional Constituyente,
Panamá, 1945).
Así en 1946, Panamá presentaría su borrador que
fue básico para que el 10 de diciembre de 1948,
se aprobara en Asamblea General de la ONU, en París (48 Estados votaron
a favor y 8 se abstuvieron) la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La ONU lo nombró miembro permanente de la
Comisión de Derecho Internacional, en la cual realizó importantes aportes en materia
de justicia internacional. En este escenario se sitúan esos aportes en la
Convención contra el Genocidio, los principios de Núremberg, la jurisdicción
penal internacional y el desarrolla de materia sobre el concepto de agresión.
Entre los años comprendidos entre 1959-1964 se
desempeñó como Magistrado de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y ha
sido en nuestra historia, el único panameño en haber desempeñado el cargo de
vicepresidente de la referida Corte.
Un gran diplomático y defensor de derechos…
Cada 20 de agosto, celebramos el día del
diplomático panameño debido a su natalicio. Muchos reconocimientos y honores en
su haber. Se destacaría como Cónsul General de Panamá en Barcelona, España en
1908; Consejero jurídico de la Legación de Panamá en Washington para tratar los
temas concernientes a la cuestión limítrofe ente Costa Rica y Panamá producto
de la Guerra de Coto de 192. El desarrollo de su carrera diplomática no se
detenía, en 1917 participaba de manera activa en lo que sería el
establecimiento en nuestro país de la Cruz Roja y en 1926 el establecimiento de
la Academia Panameña de la Lengua.
Como parte de ser un buen diplomático y en su
pensamiento político de lucha por recuperar nuestra soberanía, en la faceta de
negociador, tuvo en su actuar haber participado desde el ejercicio de su misión
diplomática en Washington, del Tratado General de Amistad y Cooperación
conocido como el Arias-Roosevelt de 02 de marzo de 1936. El Dr. Alfaro siendo
Canciller de la República, le tocó enfrentar la negociación de los Tratados
Filós-Hines de 1947 con toda la presión que ello significaría por parte de los
EE.UU.
Grandes aportes desde las diversas misiones
diplomáticas reivindicativas por la nación panameña a nivel nacional e
internacional y en el escenario de poder establecer los derechos fundamentales
de cada individuo (hombre-mujer).
Un hombre con frustraciones por ser y estar
fuera de su tiempo…
Tal vez para muchos ser en el mundo es lo mismo
que ser en el tiempo. Bien lo dijo San Agustín de Hipona que lo único que decía
con seguridad es que sabía que, si nada pasara, no habría tiempo pasado, y si
nada viniera, no habría tiempo futuro, y si nada existiera, no habría tiempo
presente.
Ricardo J. Alfaro fue un hombre con muchas
frustraciones -como cualquier otro- debido como ya hemos mencionado a su gran
nacionalismo y vislumbrar como su lucha en el tiempo, le tocaría vivir esa
relación desigual de lo que significó el tratado que ningún panameño firmó.
Vivir esa lucha generacional y en ocasiones ser parte de algunos gobiernos y
tener que renunciar al cargo cuando las instrucciones que le daban eran en
contra de sus propias convicciones. Vivir los hechos lamentables del 9, 10 y 11
de enero d e1964, cuando ejerciendo el cargo de Asesor del gobierno de Roberto
Chiari, rompían relaciones diplomáticas con los EE.UU., no obstante, la
referida relación desigual, continuaba.
Otra de las grandes frustraciones frente al
tiempo que le tocó vivir al Sr. Alfaro, fue haber propuesto la Declaración de
Derechos y Deberes de los Estados que contenía principios de igualdad jurídica
entre los Estados, la jurisdicción exclusiva, arreglo pacífico de las
controversias, legítima defensa de los Estados, dignidad de oportunidades de
los Estados en materia económica…
Hoy por hoy, el mismo tiempo que le negó ver y
evidenciar sus proyectos, es reflejo de sus grandes aportes al país, a la
comunidad internacional, a la Diplomacia, a las Relaciones Internacionales, al
Derecho Internacional Público, a los Derechos Humanos, al Derecho Civil…
Esta nación sigue teniendo una deuda con el Dr.
Ricardo J. Alfaro. Este señor se merece más que una calle que lleve su nombre,
más que una condecoración ministerial. Para que haya justicia en el tiempo
pasado, en el presente y en el futuro, hay que proponer, crear, hay que
edificar. La Cátedra sobre Ricardo J. Alfaro debe ser una realidad, sumado a
una condecoración con carácter nacional para este hombre de los tiempos.
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